domingo, 14 de marzo de 2010

Crazy heart

Crazy heart es una estupenda película, con una buena banda sonora y una fantástica actuación de Jeff Bridges, que hace uno de esos papeles que borda (le van mucho las películas musicales; basta recordar su actuación en los fabulosos Baker boys, con la también fabulosa Michelle Pfeiffer subida al piano). Un músico de cincuenta y siete años muy mal llevados, casado cuatro veces y con un hijo de veintiocho, que no le ve desde los cuatro.
Una figura ya trasnochada del country que mal vive en la carretera, tocando en garitos de mala muerte y que suspira con un disco de duetos que pueda darle dinero para sobrevivir. Sus problemas con la discográfica, su falta de inspiración, sus pequeños éxitos sentimentales con su público de pocos incondicionales en cada ciudad y, sobre todo, sus problemas con el alcohol se nos van describiendo al hilo de una sucesión del mejor country.
En cada sitio toca con el grupo de músicos, más o menos amateur, que le pone el local. Un pianista le pide que le conceda una entrevista a su sobrina reportera local y aficionada a la música. Jean (Maggie Gyllenhall) hace un buen papel como una chica con un hijo que ya ha tomado su parte de amargura de la vida, y de la que es muy fácil que nuestro héroe se enamore. Tiene unos preciosos ojos que hablan por si solos y él le dice dos veces que le avergüenza traerla al cuchitril en el que vive. Lo lógico es que ella deje de ser su fan para convertirse en la protagonista de sus canciones.
A partir de este momento nos encontramos con una historia de redención por el amor que nuestro hombre ha encontrado en un recodo del camino.
Una gran canción, Falling and flying, da un buen punto de cierre a la película.

1 comentario:

elpredicador dijo...

Peliculón Javier, completamente de acuerdo contigo en la afirmación final de la canción que finaliza la peli.