jueves, 6 de noviembre de 2008

Pues, sin ti no soy nada.

La verdad es que hay grandes posibilidades que mis amistades empiecen a mosquearse no sólo porque haya ido a ver a Amaral, aunque no fuera por iniciativa mía, y que además me haya gustado, sino que, “para más inri” como decía una antigua profesora nuestra, encima voy y lo cuento en el blog.
Quedamos, otro jueves largo, muy largo, en el bar de Pepito en Felipe II, y después de viandas y copas, llegamos –por los pelos, siempre hay un último mojito de alguien (alguien llamado Ana)- al palacio y entramos a las diez, a la vez que Amaral empezaba a tocar.
Llenazo, no hay entradas desde bastante, gente entregada. El sonido bastante bueno (a años luz del de la mayoría de los grupos españoles que he oído). Las guitarras, muchas, bonitas y limpias. Presencia muy cuidada y entrega completa; a darlo todo. Nunca he sido muy fan pero tienen un puñado de buenas canciones que además no tardaron en sonar. Las letras sencillas pero en muchos casos efectivas; mis amigos, la calle, huir de aquí. Hace diez años que sacaron el primer disco y vinieron para Madrid a comerse la ciudad que al final les engulló a ellos. Así, dos horas y algo que se me pasaron rápido. Flores de un fan incansable. Tienen tablas pero no van de divos; gente normal para tomar cañas en el café comercial.
El universo sobre mi, como hablar, concorde, una canción que es de invierno y no de verano, según Juan. Algunos guiños muy apreciables como empezar a tocar el I’m sorry Central Rain de REM, o el imprescindible Spanish bombs de los Clash. Escapar, dias de verano, resurrección, sin ti no soy nada, esta madrugada, rock and roll…
Luego nos fuimos al geógrafo, viejo sitio de correrías, a seguir un poco. Me acuerdo de Zaragoza, una de mis ciudades menos trabajadas pero favoritas. Me recuerdan unos cuantos amigos y amigas de Luis y míos. Carlota. Sobre todo algunas juergas con Quique y Silvia, en Londres y en Madrid. Que buenos amigos! Recuerdo la última vez a las seis y media Silvia subida a una plataforma del Revolver, mientras su novio y yo no sabíamos como decirle que nos ibamos a dormir. Luego he ido por allí más veces, he estado con la Pilarica. En fin, sin ti no soy nada.