martes, 10 de agosto de 2010

Construyendo caminos por Asturias

Esta ha sido una semana grande, llena de grandes montañas y de trabajos no pequeños, de playa, de luz y de canciones, … sobre todo de canciones y de amigos, y de flechazos. Lo mejor con diferencia ha sido nuestro equipo Panamá; en el que hemos trabajado un montón y reído dos. Y alguno nos hemos reencontrado con la ilusión, esa que algunos días tienes que pintarla o inventártela.
Sin pensarlo mucho hicimos nuestro equipo el domingo por la tarde, cambiándonos de los sitios que teníamos reservados, y pensándolo poco, nos pusimos nombre el lunes. Y el martes, sin pensarlo tanto, nos fuimos a cantar a la iglesia, y sin pensarlo nada ya estábamos en el Cazo aquel tan precioso como empinado.
Todavía menos pensaban los del Cazo, que no se acababan de creer que unos pijos de la capital- no de Asturias, sino de España- fueran a hacerles la bajada a su cementerio, para que sus muertos no acabaran haciendo el descenso del Sella. Por ellos, hubiéramos comenzado… el día menos pensado, … ese que terminaría después de todo, por que habría empezado nunca.
Algunos del grupo seguramente no nos han entendido, pero... ya he perdido la cuenta de las veces no me han entendido y ahora ya es tarde para preocuparse mucho.
No creo que se pueda decir que hemos aprendido un oficio, a pesar de los esfuerzos del ingeniero jefe Guinea -que terminó siendo Papagús- pero al menos si hemos tenido una iniciación a la albañilería básica que bien pudiera terminar en una vocación a la construcción de catedrales o, quien sabe! ... ¿Son más fáciles?, de pirámides.
Desde luego lo que si hemos hecho es un curso de conducción por carreteras de montaña, siempre al borde del precipicio.
Después del mirador del Fito -en el que nos tomaron como el único instituto de Tarrasa castellano hablante-, nuestra mañana playera, con un mar espectacular, la escapada al puente romano, han sido planes increíbles, inolvidables. También las pozas del rio Hodra en las que algunos volvimos a nacer en una especie de bautismo que a punto estuvo de ser de sangre.
La vida -eso todavía no lo sabéis vosotros- son cuatro días, y de éstos, merece la pena que haya algunos tan felices, llenos de detalles, de canciones -voy a ver a mi Cocoou, voy al Missisipi…- y de sonrisas
En fin, amigos sois un descubrimiento, sin duda, el mío de este año
Muchas gracias
Javier