jueves, 11 de febrero de 2010

Los Arctic Monkeys en Madrid

El mismo viernes 5 de febrero toca Mamá, también unos viejos amigos punkies suecos los Backyard Babies, y además hay organizadas algunas cena de amigos; todo para ese mismo día. No se que pasa con un día como ese, para que todos los planes del año quieran producirse a la vez. Es algo que nunca he entendido; tener cinco planes a los que no puedes faltar un día y nada que hacer al día siguiente. Pero también había concierto de los Arctic Monkeys en el Palacio Vistalegre y allí fui con mi amigo Jesús.

En cuanto se pusieron a la venta, compré entradas para ir con Javi -antes de saber que se iba a Washington a vivir una intensa experiencia polar-. Los Arctic Monkeys nos gustan a los dos -es uno de los grupos en los que baso cierto intento de recuperación post-death metal-, desde el invierno del 2005 con ese debut totalmente impactante, I bet yoy look good on the dancefloor, al que siguió otro buen single, When the Sun Goes Down, que había grabado antes en vivo con el nombre de Scummy. Grupo de singles y de canciones directas y redondas: me siguen gustando incluso después de cierto cambio de estilo en su estupendo disco del año pasado, Humbug, que se ha entendido como cierta maduración, que se presentaba en el concierto y que se abre con una magnífica My propeller, muy celebrada esa noche.

Antes tocaron unos chicos con buenas maneras llamados los Mistery jets a los que el sonido les maltrató sin piedad. El palacio de Vistalegre, plaza de toros en realidad, puede tener una vista estupenda –vimos muy bien la actuación-, pero desde luego el sonido es mucho más triste.

Se habian agotado las entradas. Amplia mayoría de veinteañeros entregados. El sonido, potente y casi duro a ratos, mejoró bastante respecto del de los teloneros pero, en general, me pareció poco claro. Ellos en su papel, serios, queriendo explotar el poco español que conocen y sin demasiadas concesiones, salvo algunas canciones cantadas a medias por ellos y el público. Tocaron hora y media y colocaron todos sus éxitos; es posible que todavía les falte algo de repertorio para lograr un concierto verdaderamente memorable, pero disfrutamos lo nuestro.

martes, 9 de febrero de 2010

30 años desde el concierto de Caminos

El homenaje a Canito, bateria de Tos -el grupo que luego se convirtio en Los Secretos- y autor entre otras de "otra tarde", tuvo lugar en la Escuela de Caminos, el 9 de febrero de 1980, hace exactamente treinta años y algo mas de un mes de su muerte, el de 3 enero de ese año, como consecuencia de su atropello en la carretera de la Coruña en esa nochevieja.
Fue el punto de inflexion, la toma en consideracion, de lo que luego se llamo la movida, traduccion a la España del cambio de los movimientos culturales de finales de los setenta. Gran parte de lo que luego iba a pasar en nuestra vida se agolpo en esos pocos años.
Hace cinco años, se organizo un gran concierto en Caminos tambien con un gran reportaje de fotos y actividades culturales. Pocos se conservaban tan bien y con una propuesta musical de lla misma altura -quizas Jose Maria Granados fue el mejor- pero las canciones de los Secretos, Mama, Nacha, los modelos (una noche de lluvia en Madrid) , el zurdo,... nos llenaron de aquella emocion que teniamos hace ahora 30 años. Un abrazo

lunes, 8 de febrero de 2010

Vuelve MAMA a lo grande en la Sala Heineken

Cuántas alegrías nos está dando MAMA en los últimos meses: un nuevo y espléndido disco, el memorable concierto de regreso en la Sala El Sol, media hora de lujo en su (muy) injusto papel como teleneros en el concierto mainstream de los Secretos en el Palacio de los Deportes, y ahora por fin una presentación a lo grande, el viernes pasado, en la Sala Heineken. Con una excelente entrada y la banda al completo (recuperado de su rodilla el tal Guti, emblemático batería), MAMA ofreció un concierto redondo de casi dos horas con un sonido impecable y una alegría en el cuerpo digna de sus mejores años.
El show arrancó con una declaración de principios: Nuevo color seguida de los dos primeros temas del nuevo album con el orden invertido, Estoy seguro ("..es un milagro volver..") y Botellas. A partir de ahí, una sucesión ininterrumpida de los clásicos de siempre mezclados con las últimas canciones paridas por el gran José María Granados: Lo que queda por sentir, Hoy somos tres o Muñeca de Reyes. La banda recuperó sus temas más cañeros -El figurín, A callejear, Chica cruel, Ligarse a Vicki- pero fue en los mediotiempos -Vete, Buscándote a ti, Hora punta en el metro- donde parece encontrarse más a gusto. Personalmente me quedo con el recuerdo a Manolo Mené y su Regresas a casa a las 10, la incombustible El último bar y una de las más recientes creaciones del grupo, esa joya que se llama Luna llena ("por qué buscar otra luz si nuestras noches son de luna llena"). Para el tramo final, Nada más, Escóndete y La mejor canción, tema que da título con mucha razón al nuevo album. Dos tandas generosas de bises que empiezan con No soy yo y acaban de nuevo con Nadá más, dejando entre medias curiosidades como Mi perdido amor (un guiño a los fans más enterados) o las imbatibles Chicas de colegio y Ya no volverás.¿Un ejercicio de nostalgia? A juzgar por lo bien que lo estaba pasando la banda ahí arriba y por el peso que tienen los nuevos temas -hasta 6 canciones que dan para abrir y cerrar un concierto y para sostener su entramado central- hay que pensar que la cosa va en serio. La única mala noticia: ¿se acabarán los albumes en solitario de José Mª Granados?
(cronica de nuestro amigo y colaborador Antonio C)