miércoles, 21 de abril de 2010

El descontrol y la melodia: Sonic Youth en Madrid


Sonic Youth fueron en mi caso una pequeña revolución en unos años ochenta de total confusión. El punk, y el algún modo el alter-punk, ya nos parecían una bengala tan estrepitosa como fugaz, salvo grandes como The Clash o The Jam, y unos pocos más. La música de baile era un divertimento, digno si se quiere pero en su mayoría puramente comercial y totalmente insuficiente. El ruido parecía crecer y el no wave y el hardcore eran una reacción lógica frente a tanto exceso nuevo romántico y tanta ñoñería pop. De esa época son Husker Dü del gran Bob Mould que llegaron a matizar su sonido hasta un genial Candy Apple Grey (hace cuando que no lo escuchamos?), cuya importancia nunca se debería olvidar y debería ser asignatura obligatoria para tanto punky con zapatillas Converse.

La propuesta noisy de Confusión is sex, de 1983, fue demasiado para mí, aunque, en mitad del ruido, anticipaba un giro que nos los hizo aceptables unos años después, en su Sister del 87. El primer disco que me compré de ellos, y al que le dedique atención de verdad, fue el Daydream Nation del año siguiente, con el que entraron en la historia del rock. Tenían por fin un conjunto de grandes canciones: todavía hoy es el disco que pongo de ellos por defecto, si no tengo pensado otro. Contra todo pronostico, y por la ausencia del bajista de la gira, con el que han grabado The Eternal, ese disco protagonizó buena parte del concierto del lunes. Luego el Goo y el Dirty me tuvieron colgado en los años sucesivos, hasta que Experimental Jet Set, … que salió recien nacida Coco, la hija de Kim y Thurston, me empezó a cansar.
A mediados de los noventa, los vi en un concierto en Madrid en el que tocaba el inquilino comunista de telonero. Mientras tocaban éstos últimos, una chica se subió al escenario y se tiró encima del público… el público se hizo a un lado y la pobre se pego la gran bofetada de su vida; se la tuvieron que llevar entre varios. Supongo que quería emular a Courtney Love. Después y a pesar del tiempo transcurrido, los discos siguientes me han seguido pareciendo interesantes, hasta llegar el año pasado a The Eternal, que fue una agradable sorpresa.

El lunes, después de una junta general, llegué tarde a casa y sin pensarlo me fui a la Riviera. Le regale una entrada a alguien en la puerta –estaban agotadas, me sobraba una y llegaba tarde- la sala estaba de bote en bote. Los SY son un estado de ánimo y sus canciones son sensaciones sónicas, que te llevan sin tregua del caos a la calma. Siempre me sorprendió lo que son capaces de hacer en directo. Siguen teniendo presencia y actitud, casi treinta años después. Kim como front-girl al bajo muy atractiva con su mini, aunque ya no cumple los cincuenta. Repasaron muchos de sus éxitos de siempre. Sonaron el antiguo Death Valley 69, sin piedad, o Schizophenia. En fin, este lunes por la noche cuando salí de casa estaba muerto y me dolía la cabeza; con este concierto, de una hora y media, corto aunque muy intenso, he recuperado cuerda para rato esta semana.
Abrazos.
Javier