domingo, 30 de diciembre de 2012

FELICIDADES


Este viernes 21 llegaba el invierno y se acababa el mundo, al menos el mundo maya (o más bien se remataba, que para mí, después de la abeja, hace mucho que se acabó, aunque Guatemala siga siendo uno de los países más impresionantes del mundo). 
Pero nada. El invierno ha llegado como una primavera adelantada. Muy propio de este año, repleto de despistes y devaneos. Un año en que iba a acabar todo, y, quitando tanto recortable, sigue casi todo. Ya se vio este viernes, por lo menos desde mi ventana de la calle de Velázquez, que no se acercaba ningún planeta con pinta de chocarse, ni había indicio de ningún tsunami por Tarifa. Lo siento por los pobres preparacionistas (“persona que se prepara de forma desmesurada para una hipotética catástrofe”) que se pasaron noches al raso en las montañas, para que les rescataran los extraterrestres; no se habían enterado de que aquí  no nos rescata ni nuestro padre, ni pedimos el rescate por si acaso! En fin, que ésto no se acaba, o por lo menos que hay crisis para rato.
Casi lo mejor que se puede decir de este año es que seguimos en el Euro y, sobre todo, que seguimos  vivos, aunque sea de milagro. Con tanto Oliver y tanto Witman, que al menos acertaron en que el mundo no se acababa ya, y tanto más de lo mismo.
Ha sido un año lleno de Bruce en Sevilla y Madrid, de los buenos amigos, de reencontrar algunos perdidos de toda la vida, y, esta vez sí, de empezar a componer. De unas cuentas buenas fiestas y de una buena leche en Avoriaz, que ha puesto en peligro mi prometedora carrera de joven promesa del esquí. Y de Wilco (si el nivel es éste, mejor dejar la música) y del Oktober fest y Munich. De celebrar los cinco años de aventuras de nuestro grupo Guadalupe. 
Y este próximo, trataremos de  seguir riéndonos de nosotros mismos, y de confiar, aunque los medio optimistas seamos una especie de peligro de extinción. Sólo los humanos podemos sonreir; la ironia nos humaniza, por eso este año, con tanto iluminado o no humano, se lleva poco. Ha sido un año en el que quien te quiere bien te lo demuestra mejor, y de pedir perdón y de dar muchas gracias a Inma, a todos y a Dios. Feliz Navidad.

viernes, 14 de diciembre de 2012

¿Letras llenas de nombres?



Para mi, idear una melodía que pueda llegar a ser una canción, no me parece tan complicado. Muchas veces a lo largo de mi vida, me han venido a la cabeza muchas cosas que podían terminar por ser una canción, como improvisándolas. Esta noche, he sacado de su funda la Epiphone Casino (la de George Harrison) que me ha dejado Barre y me he puesto tal cual a cantar el primer estribillo que se me ha ocurrido. De chico me pasaba la vida cantando canciones imaginarias.
Más difícil siempre fue la letra. Y cuanto más tiempo pasa, peor. ¡Cuánto esfuerzo para huir de la sandez y evitar ¡horror! lo solemne! 
Por eso, me parece original pero quizás efectiva, la idea de los piraos Flaming Lips (de conciertos siempre impactantes con puestas en escena estupefactantes, o más aun, estupefacientes) que meterán en una canción (Found a star on the ground) los nombres de todos los que se lo pidan, siempre previo pago de setenta y cinco euros. Con eso se evitan el duro trabajo de componer las letras y además se llevan un pico.
En mi disco, próxima primicia mundial, he valorado mucho la posible inclusión de nombres de amigos y conocidos, pero no estoy tan convencido de que consientan fácilmente en meter sus nombres sin pedir nada a cambio, y mucho menos en hacerlo pagando! Y eso que aparecer en mi disco seguramente para muchos sea la última oportunidad de pasar a la posteridad. En fin, yo lo avisé.
Al final los Flaming Lips piensan donar la pasta a una Universidad o así, yo lo donaría quizás… a los reyes magos para que hagan sus regalos y, más en concreto, a los que vienen a mi casa.      
Eso de poner el nombre me recuerda que de chico nunca me gustó mi apellido. No quería llamarme Zapata porque, decía, yo era un niño bueno. Tenía muy pocos años y me gustaba más mi segundo apellido, o todavía más, mi nombre, que, a pesar de ser bastante común, es el preferido de mucha gente. 
Años después, en el colegio y luego en la carrera, y así hasta hoy, la mayoría de la gente, incluso muchos de mis amigos, me llaman por mi apellido. Comentándolo hoy en la oficina, alguien me hace ver que todas las personas relevantes se llaman por el apellido... Obama, Unamuno, Colón... Torrente!
No me tranquiliza tanto si me acuerdo de los Reyes o de los Papas, pero son gente poco normal, para lo que, al menos yo no puntuo. 
En fin, que me olvido de los nombres. Me temo que no tengo más remedio que seguir la ardua tarea de componer letras, sin dejarme llevar por la melancolía que nos corroe, pero equidistante de la estupidez de algún optimista en extinción. Lo comento por aquí y mi amigo Alfonso me propone mensajes como “quieres compartir mi chicle?”, que no se si entenderá mi público objetivo. No acabo de verlo, le reconozco. Habrá que esforzarse más. Abrazos, Javier.

lunes, 3 de diciembre de 2012

Los Reyes Magos de Cai


Después de una polémica estéril sobre si había o no mula y buey en el portal de Belén (ya hay una mula y un buey en todos los nacimientos, al menos en todos los “completos”,  y si hace dos mil años a las doce en punto no estaban allí mismo, no debía ser porque no hubiera un montón de mulas y bueyes por los alrededores,… como todo, dependió del momento en que sacaran la foto), por fin hay una noticia de alcance, que excede con mucho de los limitados confines de la actualidad momentánea y económica.

Definitivo: los reyes magos eran andaluces, y más en concreto, y sintiéndolo mucho por los penibéticos, eran de la Andalucía occidental, según Ratzinger, tan leído, que en esto es autoridad mundial, qué digo mundial, … universal, y también, como todo bávaro, bebedor de cerveza (desconfiemos de quien no beba, aunque… tampoco confiemos ciegamente y siempre en quien lo haga!).

Concretando, parece claro que los reyes magos eran de Tartessos, un reino que estaba por Cádiz, hace más de tres mil años. En aquel momento el mar llegaba a Villamanrique de la Condesa, que era un campamento tartésico y tenía por lo menos una estela que se ha encontrado (si escarbas por ahí te encuentras conchas de antes de Cristo), donde estuvo de médico mi tío Antonio.

Melchor y Gaspar parecen indudablemente gaditanos, .. y si te fijas sólo en los pajes que nos envían, debían de ser de alguna comparsa. No parece tan evidente el caso de Baltasar, que en seguida se ve que era de Rota (si alguien ha estado en Rota ya sabrá que ahí hay mucho negro, … aunque sea de la Base). En realidad hoy hay negros en todos lados, y, si valiera, sobre todo en la plaza de España de Madrid. En fin, los reyes eran de Cádiz, la tacita de plata, como Camarón, los tanguillos o los duros antiguos que tanto en Cai dieron que hablar.      

El rollo de que cada uno venía de un continente es muy ecuménico pero muy poco práctico; y luego ¿dónde se reúnen para empezar a entregar los regalos? No da tiempo si se tienen que recorrer el mundo dos veces. Sobre todo, si como planteamos el año pasado, los reyes magos probablemente sean mujeres, aunque sólo sea porque uno no se imagina a tres tíos envolviendo tanto regalo y porque la magia siempre fue más de ellas. Si los reyes magos, más aún, las reinas, eran de Chipiona, como la más grande, o de Jerez, como la faraona, todo cuadra. No hay Herodes que aguante el tipo! 
   
Al parecer llegaron con camellos y dromedarios, pero tampoco hizo falta que los llevaran del mismo Jerez (más famosa por la feria del caballo). Tampoco veo que cupieran así todos tan fácilmente en el portal. Lo mismo, los recogieron en alguna parada por el camino.

Es más, según resulta de los textos bíblicos, el incienso, el oro y la mirra eran andaluces. Desde luego, el incienso es muy de la Semana Santa de Sevilla (es uno de mis recuerdos más vivos de chico), aunque no es seguro que la semana santa se celebrara en Híspalis por aquéllas fechas.

Por último, ahora que se ha aclarado definitivamente el origen de los reyes magos, la pretendida rivalidad entre los Reyes y Papá Noel, ese prejubilado de la Coca Cola, ha quedado felizmente finiquitada. 

domingo, 3 de junio de 2012

El Primavera Sound planta cara a la crisis.


Viajo por tercera vez a Barcelona para constatar que aun en los tiempos de mayor penuria algunos festivales apuestan por la mùsica como mejor antídoto frente a la crisis. Y además salen ganando. Este año el Primavera Sound aumentaba número de artistas y nùmero de escenarios, con dos nuevos junto al puerto de El Forum. Un canto a la desmesura apoyado por San Miguel y por Ray Ban, promotores omnipresentes en un sin fin de carpas y casetas. Modelo de organización, puntualidad espartana en los conciertos, consecuente tacañeria en los tiempos, masas migratorias deambulando entre los escenarios, alegría contagiosa por doquier, mucho cemento bajo los pies y la vista del mar para aliviar tensiones.

Viajamos mi hermano Santi y yo para ver el jueves a Wilco, la mejor banda del momento, quienes ofrecen un concierto redondo pero cortito, no màs de hora y veinte, sin bises. Repertorio rarillo con predominio de los temas del nuevo album -Almost, The whole love, Dawned on me- con concesiones a viejos clàsicos propicios al desmalene elêctrico -What you say, Spiders, Jesus and I- y claro, "Imposible Germany" como piedra angular del set para el lucimiento de Nels en uno de los grandes solos de la dècada. Dónde radica la diferencia con otros grupos? Viernes por la mañana, nos vamos a visitar las tiendas de discos de la calle peatonal Els tallers junto a las Ramblas. Cola enorme y gran expectacion a la puerta de Revolver, un establecimiento tan diminuto como històrico. Nos acercamos, preguntamos, nos asomamos y qué vemos? Wilco tocando en directo! El bueno de Jeff con su sombrerito vaquero al micrófono! Parece ser que se quedaron luego firmando discos varias horas. Olè!

Volvemos al Primavera el viernes tarde para concentrarnos en tres citas; Laura Marling, con su personalísima mezcla del folk y el soul, como aperitivo. Un concierto estupendo que supo a muy poco, por la severidad de la Agenda. Como primer plato, el gran Rufus, a las ocho en el escenario principal. Qué se puede decir de un artista que salta a escena ante un pùblico festivalero y arranca con un tema a capella de su ùltimo disco, la espiritual "Candles"?! El personal, alucinado, se quedó totalmente rendido y se dejó llevar todo el concierto al ritmo que marcò Rufus desde la guitarra, el piano y el micrófono: recuerdos para Levon Helm, su madre fallecida,  su hermana Martha, el bebé que "ha tenido" con Lorca Cohen... La sorpresa: un tema de su padre, vieja gloria de la música country, interpretado con el bueno de Teddy Thompson a la guitarra, un artista de voz y maneras a lo Jackson Brown que merece mejor suerte. El único "pero": una hora miserable de concierto que apenas dio para un repaso a los temas de su último disco y algùn fugaz ejercicio de nostalgia. Muy aplaudida: "I am so tired of America" de su penùltimo disco.

El plato principal de la noche estaba reservado para el regreso de The Cure, estrellas del festival a todos los efectos. Palabras mayores; tres horas y ocho minutos de concierto con cuarenta mil personas entregadas a la fiesta. Formación de quinteto por fin, lo que dio a la banda un grado superlativo de intensidad. Huelga decir que sonaron todos los temas posibles, desde los mâs góticos (esos del "Desintegration" que constituyen el evangelio de algunos grupos de talibanes que siguen al grupo desde hace dècadas) hasta los más luminosos: "In between days", "Why can't I be you", "Just like heaven".. La catarsis colectiva llegó de la mano de dos temas deliciosos, la feliz "Friday I am in love" y el cierre con "Boys don't cry". Para tiempos oscuros como los que vivimos nada mejor que la èpica del rock servida con sentimiento. Bravo por el Primavera Sound !! Antonio C


miércoles, 23 de mayo de 2012

Nuestro pequeño mundo, desde Barcelona

Nos vamos a Barcelona un miércoles por la tarde al hotel Arts que efectivamente merece la pena conocer (además, los que nacimos mirando al mar necesitamos nuestra ración marítima y el hotel nos la da frente al puerto olímpico). Vamos a unas jornadas sobre blanqueo de capitales o más propiamente sobre la prevención de ese blanqueo. En esta parte de Barcelona el tema lingüístico está resuelto; sólo hablan inglés; no por ninguna cuestión filosófica o política, sino porque nadie es de aquí.

Se impone el bussiness casual, que resulta algo indeterminado, ya que incluye desde el vaquero ajustado de la rubia inglesa de UBS a la gabardina de un tipo que debe ser griego o balcánico sin concretar. El plan lo organiza –y paga- una de esas agencias americanas de análisis y mercados que luego nos ponen verdes en cuanto nos descuidamos. El cocktail de bienvenida –estupendo tartar de atun- está a la altura, aunque el gazpacho de manzana, por conseguido que llegue a estar, me haga añorar aquellos lejanos tiempos en los que el gazpacho no era sino de tomate, ni fresa ni remolacha, aunque estuviera algo más salado de la cuenta.
En éstas se nos acerca un tipo de Londres que se disculpa por no hablar español aunque reconoce que estuvo un año estudiando en Salamanca, sin que lleguemos a saber lo que llegó a aprender, si es que aprendió algo, al menos de día (por lo que se desprende, sus recuerdos se centran más en las noches). Sigue diciendo que ha visitado varias veces a unos íntimos amigos de sus padres en Madrid, que fueron músicos pop conocidos en España. El tema de pronto se hace más interesante. Cuenta que tenían un grupo que se llamaba Nuestro Pequeño Mundo, que tuvo cierto éxito y salín mucho en la tele. Claro que el mundo es tan chico... le pregunto; ¿y esa amiga era una chica muy guapa con el pelo moreno largo que … daba clases de ingles?
Oh cielos, estamos hablando de mi profesora de inglés del Colegio: Se llamaba Pat y estábamos todos, a los nueve años, enamorados de ella!!! Toda la clase nos poníamos debajo de la escalera para verla bajar y mirarle las piernas. Eran los primeros setenta y en nuestra infancia estábamos muy a favor de la minifalda (sin que años después haya cambiado mucho nuestra opinión al respecto). Fue además la primera, y también la última, de nuestras profesoras durante muchos años.
Eramos tan chicos! El mundo es tan pequeño! En fin, mi admiración rendida nunca me llevo a comprar ningún disco (había uno que se llamaba Elvis) de Pat ni de sus compinches, pero tantos años después recuerdo el impacto de una chica tan guapa que fue la primera de mis profesoras de inglés. Oh cielos!

sábado, 7 de abril de 2012

Con Patty Smith, éramos como niños

En estos días me he dedicado a leer la estupenda historia de Patty Smith “Éramos unos niños”, en la que cuenta sus inicios y su vida con el famoso y polémico fotógrafo Robert Mapplethorpe, desde el verano de la revolución psicodélica del 67 hasta su muerte de sida en el 89. Con veinte años, después de dar en adopción al hijo que iba a tener a un matrimonio culto que le buscó una profesora de su facultad de enseñanza, decidió marchar a New York a ser artista. Solo llevaba un uniforme de camarera que le dio su madre y que dejó abandonado el primer día en unos aseos públicos, junto a su aventura de camarera que terminó justamente sólo tres horas después de iniciada. Después, conocerá a Robert y van a ser casi inseparables durante muchos años, (“tu eres mi familia” le dice él, o también, ya en el 79 cuando ella se va a Detroit, “¿cómo te vas a ir de New York si le he dicho a mi madre que estamos casados? No le puedo decir que nos vamos a divorciar porque es católica!”).
La verdad es que no se podían divorciar porque para eso tenían que haberse casado. Eso si, cumplieron su promesa, hecha en un momento de agonía, de no dejarse solos hasta que estuvieran preparados para vivir cada uno por su lado. Lo que hicieron ya a finales de 1972, cuando salieron del mitico hotel Chelsea, aunque para vivir no muy lejos.
El titulo del libro se refiere a una tarde de ese verano del amor del 67, en la que van a Washington Square y una mujer madura le pide a su marido que les haga una foto porque "deben ser artistas", a lo que el marido responde “venga ya, sólo son unos niños!”.
Se repite a lo largo del libro la ilusión por crear algo nuevo, que se va concretando en la historia, sin que ninguno tuviera claro en los primeros años el camino a seguir, que por fin terminara siendo la fotografía y la música.
En las primeras páginas se insiste en que no tenían nada pero eran libres, y también en que solo tenían unos pocos discos y no podian comprar más o ir a conciertos, pero se tenían a los dos, mientras exprimían esos discos que amaban.
Al final Patty declara su amor y reconoce que le echa de menos y lo que es más, dice "nos echo de menos". Se echa de menos a ella misma con él.
El libro al fin nos retrata los artistas, la música, la poesía y la ilusión de esos setenta, la emoción de Janis o de Hendrix y tantos sueños. El video recoge a la Patty de esos años, en su primer y mejor disco, Horses, que me compré poco después de salir. Luego tuvo un éxito masivo con Bruce, Because the night, que también se recuerda en el disco. Una historia sencilla como las mejores. Javier desde las montañas.

Desde Avoriaz, la mania de la técnica

Aquí en los Alpes seguramente a Dios te lo encuentras más cerca, en cada recodo, en cada pista, en cada risco o en las bañeras de nieve, o todavía más, detrás de las montañas donde en algún sitio está Sangrilah, el que aparecía en una película de los cuarenta (“Horizontes perdidos”) que me impresionó de muy chico, que ya trataba del amor, de la eternidad y la fugacidad.
Desde luego hoy es un día de esos en los que se debe ver a Dios mejor por estas montañas, si eres capaz de abrir los ojos ante un sol intenso y la luz que estalla en la nieve, sin que haya nada a la vista que te recuerde el lado oscuro, que, de estar, será dentro de mi.
Desde la terraza de mi apartamento, mientras me quemo a fuego lento, me entretengo en un espectáculo panorámico de ver a la gente disfrutar y se me resiente mi gemelo izquierdo roto por haber pretendido mejorar mi técnica. La técnica que nunca fue lo mío; la primera impresión, el chispazo, la emoción, la improvisación, a veces extravagante, … bueno; pero qué rayos es eso de tener técnica? Pretendiendo la excelencia, me he quedado en la excedencia, también técnica.
Todo por seguir con la mejor voluntad las instrucciones de mi monitor olímpico de esquí, en una pista muy empinada, hasta conseguir caer de espaldas de forma más o menos original y sentir como me rompía de cuajo el gemelo, por encima de la bota. Intente bajar agarrado a mi monitor y a la segunda fue la vencida.
Vinieron con la camilla y me llevaron al centro médico, en un espectáculo muy entretenido para el apreski (yo siempre fui mucho más de apreski). De allí a esta terraza, con el pie levantado apoyado en el hielo, que paradójicamente no se puede comprar aquí en Avoriaz en ningún sitio, seguramente porque te lo encuentras en la calle.
He tocado con gente que sólo tenía técnica, aunque le faltaba alma. La técnica se puede lograr o mejorar, el alma se tiene que traer puesta. En fin, aunque te pilles el alma como me he pillado el gemelo. Un abrazo. Javier