miércoles, 23 de mayo de 2012

Nuestro pequeño mundo, desde Barcelona

Nos vamos a Barcelona un miércoles por la tarde al hotel Arts que efectivamente merece la pena conocer (además, los que nacimos mirando al mar necesitamos nuestra ración marítima y el hotel nos la da frente al puerto olímpico). Vamos a unas jornadas sobre blanqueo de capitales o más propiamente sobre la prevención de ese blanqueo. En esta parte de Barcelona el tema lingüístico está resuelto; sólo hablan inglés; no por ninguna cuestión filosófica o política, sino porque nadie es de aquí.

Se impone el bussiness casual, que resulta algo indeterminado, ya que incluye desde el vaquero ajustado de la rubia inglesa de UBS a la gabardina de un tipo que debe ser griego o balcánico sin concretar. El plan lo organiza –y paga- una de esas agencias americanas de análisis y mercados que luego nos ponen verdes en cuanto nos descuidamos. El cocktail de bienvenida –estupendo tartar de atun- está a la altura, aunque el gazpacho de manzana, por conseguido que llegue a estar, me haga añorar aquellos lejanos tiempos en los que el gazpacho no era sino de tomate, ni fresa ni remolacha, aunque estuviera algo más salado de la cuenta.
En éstas se nos acerca un tipo de Londres que se disculpa por no hablar español aunque reconoce que estuvo un año estudiando en Salamanca, sin que lleguemos a saber lo que llegó a aprender, si es que aprendió algo, al menos de día (por lo que se desprende, sus recuerdos se centran más en las noches). Sigue diciendo que ha visitado varias veces a unos íntimos amigos de sus padres en Madrid, que fueron músicos pop conocidos en España. El tema de pronto se hace más interesante. Cuenta que tenían un grupo que se llamaba Nuestro Pequeño Mundo, que tuvo cierto éxito y salín mucho en la tele. Claro que el mundo es tan chico... le pregunto; ¿y esa amiga era una chica muy guapa con el pelo moreno largo que … daba clases de ingles?
Oh cielos, estamos hablando de mi profesora de inglés del Colegio: Se llamaba Pat y estábamos todos, a los nueve años, enamorados de ella!!! Toda la clase nos poníamos debajo de la escalera para verla bajar y mirarle las piernas. Eran los primeros setenta y en nuestra infancia estábamos muy a favor de la minifalda (sin que años después haya cambiado mucho nuestra opinión al respecto). Fue además la primera, y también la última, de nuestras profesoras durante muchos años.
Eramos tan chicos! El mundo es tan pequeño! En fin, mi admiración rendida nunca me llevo a comprar ningún disco (había uno que se llamaba Elvis) de Pat ni de sus compinches, pero tantos años después recuerdo el impacto de una chica tan guapa que fue la primera de mis profesoras de inglés. Oh cielos!

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