sábado, 19 de diciembre de 2009

El espectáculo en el exceso: los Secretos sin secretos

Para los que salimos encantados del concierto de las Ventas del año pasado, el de ayer podía haber sido una magnífica confirmación.
Llegamos con tiempo, con todos los alrededores del Palacio de Deportes colapsados. A Mamá, que actuaban de teloneros no se les escucho mi mucho tiempo ni demasiado alto. No llegaron a tocar media hora, en la que sonaron algunas de sus grandes canciones de siempre, pero creo que ninguna de las nuevas. Al menos eso fue lo que me pareció mientras una marea humana imposible de controlar y entre la que estábamos, trataba de entrar en la pista. Nunca vi tanta gente en el Palacio de Deportes, lo que más que un éxito -que lo es- es, sobre todo, un cálculo de aforo más que optimista.
Después de Mamá, los Secretos se decantaron por un concierto intimista más propio de otro tipo de local. En seguida, la guitarra acústica se hizo con el concierto y las explicaciones, pretendidamente graciosas o emotivas, entre canción y canción, la referencia constante a su historia, y la elección de un set list más disfrutable como música de fondo, hicieron que el concierto fuera de los más aburridos que recuerdo en los últimos años.
El exceso fue completo cuando apareció toda una orquesta para tocar un conjunto de canciones en versión sinfónica, en un esfuerzo -al menos económico- de resultado más que discutible. En fin, el concierto ya se había convertido en otro tipo de espectáculo musical.
Cuando ya llevábamos como una hora y media, volvieron a lo que todos esperabamos y encadenaron sobre un vidrio mojado, ojos de perdida y déjame. También nos gustaron los dos bises, que abrieron con agarrate a mi maria. Incluyeron al final Volver que tiene difícil defensa si no eres un verdadero cantante de rancheras. Acabaron con una estupenda Esta es otra tarde, la canción de Canito, y presentaron al grupo. Para ellos el gran momento de felicidad de su vida, como dijo Alvaro. Los últimos cuarenta minutos magníficos, pero ya era algo tarde.
Un abrazo

lunes, 14 de diciembre de 2009

Laura Veirs, el hada ha vuelto


Ayer, después de una larga noche de sábado llena de canciones, el domingo se levantó algo más sombrio. Luego se fue llenando y culminó en un concurso de villancicos de cuyo jurado -formado por músicos eminentes- terminé, sin ningún merecimiento, formando parte yo (en calidad de guitarrista de Seattle y crítico).

Después, en casa a resguardo, mientras el frio se apoderaba de la noche, me puse el disco de Laura Veirs, la del magnífico Saltbreaker, del 2007, que se abría con la canción del mismo título y que está entre mis canciones preferidas de chicas agradables con algo que decir y con una forma original de hacerlo. Una primitiva punky de Colorado que pasó al country y ha ido derivando en unos pocos discos, al pop de cuento de hadas, en el que por momentos me remite a una jovencísima Bjork.

En fin, gran día para escuchar el estupendo nuevo disco de Laura, que da clases de guitarra y de banjo y vive en Porland (que me queda lejos para ir a sus clases). Su evolución, para nuestra fortuna, nos va llenando de pequeñas grandes canciones en el que mecernos. Su último disco, que ha salido este otoño, July Flame, quizás es el mejor.

I can see your tracks, sencillez acústica y voces. July Flame con esas voces dobladas. Ahora el precioso Sun is the king o el pequeño juguete de life is good blues, y nos vamos dejando caer.

Me gusta la optimista Summer is the champion, desde luego en días como hoy no tengo dudas de que es verdad. También la bonita guitarra de la romántica When you give your Heart. Bienvenida a casa. Un abrazo. Javier