miércoles, 4 de mayo de 2011

De tumbos en Italia por un santo, Azurro!





AZZURRO - Adriano Celentano 1968


La ocasión era única: el personaje a venerar nos ha acompañado durante nuestra vida; cuando lo eligieron estaba yo en Cambridge en mis 17… y ha llegado casi hasta hoy. Ese verano, cuando un amigo contó que había muerto el Papa y le contestamos que ya lo sabíamos, que se había muerto hacía un mes, … contesto: que no! que no!, que se ha vuelto a morir otra vez!
Luego tantos y tantos viajes, tantas emociones, aplausos y canciones. El cambio del mundo como lo habíamos conocido hasta el momento… con una especial predilección por nosotros, tantas veces en Madrid, y en Santiago, Sevilla, Zaragoza,… también en Lisboa.
El miércoles llegamos a entrever Pisa, además de ver su torre, catedral y batisterio, y nos asomamos a Florencia desde el mirador de Miguel Angel. Con Alejandro cojo y a cuestas y vaya cuestas. En la pizzeria de don quijote nos trataron como buenos amigos y repetimos al dia siguiente. Algunos subimos los 414 escalones de la torre del Duomo y callejeamos hasta el puente Vequio, pasando por el mercadillo –el cinturón que me compré se me ha roto al quitarmelo!-. Cristiano -no Ronaldo, aunque buen futbolista, según él-, un franciscano rumano, nos hizo una emocionante visita privada a la Iglesia de la Santa Cruz, que se empezó a construir un tres de mayo de hace más de 700 años, con todos sus monumentos funerarios (Galileo, Rosini, Miguel Angel, Maquiavelo…), sus historias, sus murales, la capilla Pozzi y los muchos recuerdos de la inundación de Florencia del 66. Tanta emoción que entendimos perfectamente el sindrome de Stendhal que enfermó ante la majestuosidad y la belleza del monumento, como cuenta el mismo en su libro de viajes por la Toscana. Al volver sobre las dos de la mañana, de nuestro paseo nocturno por la Signoria y el rio Arno, con karaoke incluido, una pareja en bici de la mano cantaba el gran Azurro del Celentano, un himno donde los haya. Azzurro, il pomeriggio è troppo azzurro e lungo per me .... ahora me doy cuenta de que no tengo remedio sin ti, que gran colofón.
El duomo de Siena es la iglesia que HAY que ver, y mejor si además jarrea afuera. Sorpresa y algo de susto, más que devoción, es lo que sentimos ante la cabeza en una urna de Santa Catalina en el dia de su fiesta, con el obispo de Bilbao al lado, "Aupa Athletic!".
Y después, San Giminiano, un cuento de hadas medieval, el funicular, patrocinado por Sanz A. abogados, que nos llevó arriba a Certaldo, las cuestas de Montepulciano y su pasta, tan celebrada por los niños que repitieron todos, y por fin Roma, aunque más que por la antigua y eterna entramos por la rancia.
Por fin llegamos al Circo Máximo, que fue lo máximo que pudimos acercarnos. En fin, callejeo vespertino, el panteón con su cúpula y la Piazza Navona, que también fue un estadio en la época del Panteón. Pasta exquisita para romanos y vuelta a la estación Termini, donde casi terminan con nosotros después de una hora de esperar cuando supimos que como era el dia del laboro, a partir de las 9, ningún autobús iba a laborar. En eso en mitad de esa plaza, repetimos la película Pajaros con nosotros como protagonistas, aunque estos pajarracos eran gaviotas diarreicas con una bendita mala punteria; el fin hubiera sido que acertaran en su bombardeo. Algunas canciones y taxis después estábamos a resguardo por tres horas, en la residencia y a las 3 y media emprendíamos el camino de vuelta al aeropuerto de Pisa, donde aceptaron que el espejo de nuestro coche ya nos lo habían dado roto. Vuelta a Madrid y ensayo para nuestro concierto del viernes.
Las chicas alquilaron un Cinquecento rojo y descapotable que fue símbolo del viaje. Las adolescentes causaron estragos en el personal, que les invitaban a champán y daban promesas de verse en el futuro. En fin, yo no me ví tan distinto al David de Miguel Angel, salvo una mano más pequeña y otra cosa mucho más grande!!
Todo amenazaba lluvia pero yo me lleve el bote de aftersun que casi acabamos. Abrazos Azurro!