jueves, 26 de marzo de 2009

A Fuenterroble de Salvatierra

Me levanto a las siete y cuarto para poder ducharme antes de avisar a Garri y a Javi. Nos hacemos el desayuno, con mucho pan, más quemado que tostado, con mantequilla (ni rastro del aceite prometido). Hace algo de fresquito y agradecemos el segundo café caliente. Al final nos enredamos entre dejar las guitarras y los sacos de dormir en el coche y terminamos saliendo casi a las nueve. Garri deja el coche en el albergue y empezamos a caminar. Nos despedimos de Pedro que está esperado el autobús del colegio. Tenemos un camino de unos 22 kilométros. Empezamos a buen ritmo. Hay bastantes árboles todavía y Garri va preguntando cuales son. Hay hayas y robles. Sopla algo de viento frio. A las once, llegamos a una iglesuca de un pueblo, en el que no parece que viva nadie, y estiramos las piernas en el crucero central de la plaza. Comemos algo de fruta que llevamos.
La conversación, básicamente entre Javi y Garri discurre en un juego en el que Javi trata de pillar a Garri con preguntas sobre geografía (el rio más largo del mundo: vale es el Nilo, pero exactamente cuantos kilómetros tiene, eh?) . Hay un dispensario médico que según el tablón de consultas debería estar abierto, pero el dispensario, y cualquier otro establecimiento, público o privado, están cerrados a cal y canto.
Seguimos por el camino, en medio del campo, y empezamos a subir una larga cuesta al principio no muy empinada pero cansina por momentos. Cuando mis compañeros empiezan a cansarse de la cuesta y después de unos cuantos kilómetros más llegamos a Valdecasas, donde nos parece atisbar un bar y una mujer que sale por la calle nos anuncia incluso un auténtico Supermercado!! Auténtico siempre que prescindamos de cualquier idea preconcebida sobre la distribución comercial en Pozuelo o aledaños. Lo cierto es que la tienda tenía unas cuantas de las cosas que se suelen encontrar en un supermercado y, sin duda, muchas más que las que habíamos visto hasta ahora en el camino. Se me ocurrió preguntar si se podía pagar con visa: estupor en la cajera. Compramos fruta, frutos secos y algunas bebidas y nos aparcamos en unos bancos cerca del camino entre sol, con calor, y sombra, con frio.
Sobre la una menos veinte volvimos a la ruta y nos hicimos rápido, con el sol en los hombros, los siete kilómetros hasta Fuenterroble de Salvatierra, al que llegamos a la vez que un autobús con los chavales de la ESO que llegaban del cole; unos quince. El pueblo tiene un nombre largo y bonito y un lider espiritual, el padre Blas, empeñado en que el pueblo, si no largo, al menos, si que sea tan bonito como su nombre. Todo el camino ha sido agradable, soleado aunque no caluroso, al menos la última parte. Javi aguanta bien.
A las dos y cuarto encontramos el albergue parroquial y entramos en una especie de cuarto de estar con chimenea y las paredes pintadas de naif religioso (obra de una peregrina canadiense que decidió quedarse unos días hace un año ya). Están sentados a la mesa don Blas y Esteban. Dan cuenta de unas tortillas de tres o cuatro huevos cada una, ensalada y un chorizo cortado en rodajas: nos ofrecen lo que tienen. Y el vino… que no falte. Agradecemos todo y le pregunto si, siendo viernes, no seria mejor tomar otra cosa que el chorizo y Blas, después de sorprenderse del día que es, nos saca un poco de arroz. Comemos con agradecimiento la comida que sacan y compartimos la fruta y una empanada que traemos. Esteban come en silencio sin hacernos mucho caso, hasta que de pronto se destapa y hace una crítica general del mundo que empieza con los franceses y termina con su declaracion solemne de que es marxista. Antes nos habla de las huelgas en a Universidad de finales de los años 60 (él ponía cañas al parecer en Medicina), de su restaurante en el mediterraneo donde iban todos "Paloma San Basilio, los Rollings, y todos esos"(casi no me recupero a oir juntos esos dos nombres). En fin, su exposición está trufada de tacos, todos ellos en superlativo.
Buscamos unas literas arriba en la buhardilla y Javi me reconoce que es lo más parecido a un pirata que ha conocido en su vida y después de comentar el porcentaje de tacos por frase (casi por palabra), se sumerge en otra de sus siestas, esta vez de dos horas y media, mientras Garri yo nos acercamos al bar a tomar un café y a charlar. Después Blas se lleva a Garri y a las tres francesas del principio, que han llegado averiadas, a Guijuelo. Garri ira en autobús a Bejar y de alli a Calzada y volverá en el coche. Despierto a Javi a las siete menos cuarto y nos vamos a la misa del peregrino que nos ha organizado el padre Blas en la Iglesia, que está en reconstrucción, como un centro cultural y de interpretación cercano.
Damos una vuelta y volvemos al bar donde siguen poniendo la mezcla de flamenco pop de carretera que ya nos sobresaltó por la tarde y que me hace desconfiar del éxito de la globalizacion.
De vuelta, tiempo para tocar, mientras vuelve el padre Blas de un pueblo cercano (atiende cinco pueblos) y Esteban en la cocina prepara un guiso verdaderamente suculento de cebolla, tomate, pescado y alguna cosa más. Acaba la mujer del alcalde de dar clase a unos niños, en la habitacion que sirve de comedor y cuarto de estar y de casi todo lo demás, y nos sentamos con un francés, u holandes, Blas, Esteban y Garri. Blas me habla con pasión de todo lo que hace, de la gente que pasa por su albergue, de sus carros y sus burros, de sus peregrinaciones y de todos sus planes. En eso llega una pareja que viene desde Pinto, ella es Nathalie holandesa que se va a bautizar. Hablamos del futuro, de que se van a casar, de los niños, "los que Dios quiera": eso pueden ser cinco, les digo yo. Charlamos hasta de la dichosa crisis. Esta vez dormiremos algo mas incomodos y frios, pero emocionados con los nuevos amigos, sus planes y sus historias.

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