Oh Suecia, nueva recomendación

Este ha sido un fin de semana muy gallego para nosotros, muy de Tuí, muy de casa Olga (cielos), muy de Quinta do Ramo, en fin. Estábamos volviendo de la playa de Camposancos y de pronto descubrimos mucha, incluso demasiada gente en los bares, al menos demasiada para las siete de la tarde (calor hacia y seguro que había sed, pero… no tanta). Estaba jugando España contra Suecia. Cualquiera que fuera el resultado –al final, muy al final, ganó España- pensé que había que recomendar algo de música sueca. En esto, creo, los suecos nos ganan por bastante.
Iba oyendo una canción de Irene, pop preciosista donde los haya, pero tampoco me pareció bien recomendar al primer sueco de ahora que suena bien, por bonita que sea una canción como Tonight The Streets Are Ours, que me tiene algo colgado. Tampoco se si ahora empezaría por a recomendar a los Nomads, que –ahora confieso- siempre me parecieron un poco sobrevalorados (si vale, la versión de los Lyres de She pays the rent es muy buena).
Como todo el mundo sabe, o debería, hay vida más allá del Waterloo (todavía recuerdo la impresión de niño de primaria comentando en mi cole la Eurovisión que gano Abba, sin monstruos ni chikis) Qué tiempos! No hacía tanto del mito de las suecas; estábamos todavía cerca de la gimnasia sueca, que según opinión común era la gimnasia que hacían las suecas cuando venían a Benidorm.
En fin, el descubrimiento del Behind the music de The Soundtrack of Our Lives me dió gasolina para muchos meses. Hay más discos y buenos de los Soundtrack, pero estos vikingos -ex punkis Union Carbide Productions de los noventa- acertaron con un diez en este disco. Ese disco si es un disco para empezar a oir rock sueco, con aire de los sesenta y una dosis de psicodelíal. Algunas canciones para destacar: el Sister Sorround, desde luego, también Infra Riot, el 21st century rip off, Mind the Gap y Nevermore.
En vivo me han gustado mucho también, con un sonido potente y en el que sobresale el frontman: una especie de Mesías que recuerda el aire de los Roger Daltrey y Robert Plant, todo un personaje con un vozarrón y que parece que ha llegado tarde a la opera rock, donde habría triunfado.