viernes, 30 de julio de 2010

Un trece martes en Madrid con Mariza

Este 13 martes de julio ha sido un dia de calor despiadado y de trabajo inclemente.
Son las ocho de la tarde cuando, mientras cierro mi ordenador y me distraigo mirando a los pobres humanos que se van derritiendo sobre las aceras de Velazquez, Felipe, espadachin y operístico, me llama para invitarme a ver a Mariza, en la puerta del ángel.

El sitio, ya lo escribimos el año pasado, es magnífico, dentro de la casa de campo y con una vista extraordinaria de Madrid. El ambiente, veraniego. Llenazo.

El escenario con una iluminación sobria pero sugestiva y cinco músicos, con guitarra, guitarra portuguesa y una guitarra bajo, un fantástico percusionista y un pianista que, a ratos, toca el saxo. Ella, mozambiqueña y lisboeta de adopción, impresionante en su vestido morado, rubio platino y vozarrón. Había oido hablar de ella, sobre todo en su debut de hace ya como diez años, pero apenas la había oido cantar.
Se gana al público y hace una mención simpática al campeonato del mundo, que, por otra parte, es inevitable en estos momentos. Nos traslada su versión amable del fado y da un repaso a algunas de sus canciones más conocidas. A los no puristas nos parece un gran acierto: el lado verdaremente triste y melancólico del fado aunque me admira, en seguida termina por cansarme. Para sufrir, prefiero el blues o incluso el flamenco. Presenta al fadista Ricardo Ribeiro, de quien dice que le da verguenza cantar delante.

Tiene momentos mágicos, como cuando nos canta los versos de una poetisa portuguesa, Florbela Espanca, en Vozes do mar, que es lo mejor de la noche.
En fin, nos hace viajar por la música portuguesa y llegamos a añorar la decadencia del barrio alto y todas sus callejuelas. Como me gusta Lisboa! Nos traslada a un mundo en el que formamos todos parte de la misma tierra y nos declara su compromiso con la música y con nosotros, como extensión de su misma música. Una sensación dulce de nostalgia de algo desconocido flota en el ambiente, cuando salimos Felipe y yo, en busca de unos vinos de Alonso Cuesta y algo de picoteo para terminar la noche. Abrazos

No hay comentarios: