sábado, 5 de junio de 2010

en marcha!!

Llegó el día para hacer el camino, que seis amigos fijamos allá por octubre, cuando Javi, cuyo cumpleaños mediocentenario es la razón de estas andanzas, se enteró de que el 3 de junio iba a ser fiesta en Madrid. Nos pareció un plan lejano que tendría lugar, poco más o menos, el verano próximo. Lo cierto es que un invierno que se nos encariño y no se fue por fin sino en tiempo de descuento, ha dado paso a un verano que parece que viene con afán de venganza. Llegado este verano, ha tocado también el momento de echarse a andar.

En esto también, este Camino de Santiago ha sido muy distinto a los anteriores: Normalmente nunca se si me voy a ir y, mucho menos, cuando.

En fin, mientras nos tomamos unas cañas en la estación de Chamartín –y empezamos una retahila de cañas que nos empaparan el camino con estos amigos tan cañeros- hacemos los primeros comentarios y previsiones. Nos preocupa la etapa de Portomarín a Melide y el calor que parece que va a hacer. El calor es la causa fundamental de las ampollas (contra las ampollas el mejor y casi único remedio es que no te salgan). También este camino es el de salir de los sitios a echar un pitillo -eso hacemos en Chamartín-, porque estos amigos son básicamente fumetas. Y eso que el esfuerzo físico y las cuestas que nos esperan, de todo tipo y ángulo, para arriba y para abajo, se compadecen poco con la falta de resuello y de pulmones. En fin, ni todo ni todo el mundo ni del todo, cambia en el camino.

Nos metemos en el Tren hotel, nombre que sigue siendo pomposo, como en el viaje del 2007, pero que, al menos, hoy se corresponde con un tren mucho más nuevo y largo. Hablando de largo, los dos más largos del grupo, se van a un compartimento suite , mientras que los cuatro menos largos nos apiñamos en otro compartimento.

Sin duda, no hay un viaje en el que me olvide de algo necesario. Esta vez me doy cuenta al quitarme las lentillas; no tengo donde colocarlas. El ingenio humano y una especie de tubos que la Renfe nos proporciona a modo de cepillo de dientes, me facilitan una solución provisional. También tenemos jabón y cuando parece que el calor va a empezar ponen el aire acondicionado pedido por una señora de al lado y de dimensiones más que considerables, en la opinión técnica del revisor.

Los de la suite se las arreglan para poner primero la calefacción y después de cocerse durante dos horas, poner un aire acondicionado que les deja tiritando el resto de la noche, según ellos mismos reconocen abochornados (ambos son ingenieros). Hay diversas opiniones sobre los ronquidos, que algunos me atribuyen casi en exclusiva, pero yo he dormido muy bien con media pastilla. Nos levantamos a las seis y llegamos con diez minutos de retraso a Sarriá, sobre las siete menos veinte. La noche está algo fresquita y con niebla, pero …ninguna verdadera estación de tren que se precie debería amanecer sin algo de niebla y, por tanto, de misterio!

El show ha empezado otra vez
Javier

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